Este mes he tenido la oportunidad de colaborar con el Centre d'Arqueologia Subaquàtica de
Catalunya en su búsqueda de documentación original que podría confirmar los
nombres de los buques de transporte ingleses que se hundieron en Deltebre en
junio de 1813.
Estos buques de 40 metros de eslora formaban parte de la
escuadra británica del Almirante Benjamin Hallowell, quien regresaba rumbo a
Alicante después del fallido asedio de Tarragona.
En total eran 4; El
Magnum Bonum y el Southampton transportaban
municiones, el Alfred con dos compañías
de soldados abordo del décimo regimiento del North Lincoln, y el Harlequin que llevaba caballos. Un quinto
barco naufragado podría ser una cañonera (Gunboat nº 4).
La documentación revela que el 19 de junio, la tarde antes del
fatídico día, uno de los transportes de intendencia, el Magnum Bonum, se encontraba
fondeado en aguas tranquilas frente al Coll de Balaguer. Abordo, un oficial
de la Royal artillery, el mayor John.
S. Williamson, se tomaba tiempo en escribir una carta en la cual detalló los
problemas logísticos que habían tenido durante las operaciones en tierra. Les
habían faltado muleros para el transporte de munciones y tuvieron que recurrir
al desvío de artilleros portugueses para cubrir las vacantes.
Al poco tiempo, el buque de
transporte partió con el primer convoy antes de oscurecer. Desgraciadamente fueron sorprendidos
por un fuerte vendaval que empujó a una
docena de barcazas hasta un banco de arena en la boca del rio Ebre, donde quedaron embarrancados. El resto del convoy seguía el barco insignia, el Malta, sin darse
cuenta de lo que había sucedido a los de transporte. Los hombres abordo de los navíos
naufragados habían pasado una noche entera sin dormir y en constante tensión mientras
la tormenta azotaba los cascos de los barcos amenazando con hundirlos. Los
marineros dispararon sus cañones en la oscuridad para alertar sobre su
situación. Pese a tal horrible experiencia, con la llegada de la luz del día, el temporal fue amaínando y no tuvieron que lamentar pérdidas de vidas humanas.
Un segundo grupo de buques de la escuadra inglesa todavía se
encontraba en el fondeadero cerca del Coll de Balaguer. Eran el Invincible,
Bristol, Goshawk, Paulina, Fame, Volcano, Strombolo y varias cañoneras.
Habían pasado más de 24 horas desde el siniestro y la flota
todavía no sabía nada de lo ocurrido. No fue hasta la mañana del día 21 cuando se
enteraron del suceso.
El capitán Walter Bathurst detallaba las actividades de aquel
día en el cuaderno de bitácora del Fame:
A.M.
4 madrugada: claro con
brisas frescas.
4.20: señal para zarpar
hacía el sur oeste, 110 velas en compañía.
5.30: señal para aproximar
los barcos
7.30: paramos y conversamos
con un bergantín y fuímos informados que 7 o 8 velas del convoy habían quedado
atrapadas en la orilla de la isla de Buda durante la noche...
Di el mando del convoy
al Bristol y puse rumbo a barlovento
Mediodía moderado y
fino...convoy oculto a la vista
P.M.
Claro y moderado
1.30: Vi 9 velas en la
orilla de la isla de Buda en la boca del rio Ebro a lo largo del banco de los
alfaques en 10 brazas de agua...
Lanzados todos los
botes y enviados para asistir en el rescate a los de transporte.
8.00: Moderado y
nublado. Tres de los barcos reflotados.
Las operaciones de salvamiento continuaron hasta bien entrada
la noche y fueron resumidas de nuevo a las 4 de la mañana del siguiente día 22.
Al alba fueron avistadas varias velas que anunciaron la llegada a las 5 de la
mañana de más buques, entre ellos, el Goshawk, el Merope, 3 cañoneras y el
Invincible, un barco de guerra con 74 cañones, cuyo capitán era Charles Adams. Todos
estos barcos estaban ya repletos de soldados de los diferentes regimientos
empleados durante el asedio de Tarragona y todos, excepto aquellos que habían
participado en el asalto exitoso del Fortín de San Phillipe en el Coll de
Balaguer, estaban decepcionados por el fracaso de las operaciones y una marcha precipitada. Dada las
condiciones abordo, con las tropas hacinadas como sardinas bajo cubierta, la
perspectiva de esperar allí en el delta durante más días, debía haber empañado su espíritu aun más.
Aunque el temporal se había moderado, las fuertes corrientes
que salían de la boca del rio Ebre dificultaron las operaciones de recuperación
de los cargos de los navíos siniestrados que tenía que ser llevados directamente
en barcazas a remo hacia el HMS Fame. Aquella mañana, dos compañías de soldados
del décimo regimiento fueron recibidas a bordo de ese mismo barco después de haber
pasado más de 48 horas hacinados en el Alfred, naufragado en la orilla y con la sentina completamente
llena de agua.
A medio día fue reflotado otro barco, el Diana.
Nada más llegar el Capitán Adams en el Invincible, este envió a un oficial con marineros para ayudar en el
salvamento. Escribió en una carta a su superior, el Almirante Pellew, que:
"Nuestra atención estuvo concentrada preferentemente en rescatar
las cargas de los barcos artillados. Tuve el apoyo de cuatro grandes pesqueros
españoles, con los que se pudo salvar una gran parte de la carga. El viento
sopló del norte durante todo el día, levantando bastante oleaje pero las bombas
de achique pudieron al impulso de las aguas en los navíos, teniendo esperanzas
de salvarlos a todos excepto al Alfred y dos cañoneras; pero al anochecer se
desató una gran tormenta en la zona de las bocas del Ebro levantándose un
fuerte viento del Este después de oscurecido. Pese a ello, los hombres
siguieron trabajando durante toda la noche y, a la mañana siguiente, el Harlequin
nº 73 fue reflotado, aunque se perdió buena parte de su cargamento".
Con el aumento del oleaje
aquella mañana del día 23 de junio los marineros recibieron ordenes de regresar
al Invincible y las barcazas fueron subidas a bordo como precaución. A
las 6.30 los cables que sujetaban al Harlequin se rompieron y el barco
amarró de nuevo. La situación empeoraba por momentos, el oleaje era fuerte,
llovía y había un fuerte vendaval. Finalmente se tomó la decisión de evacuar a las tripulaciones del Southampton
y el Magnum Bonum.
A las dos de la tarde el Magnum Bonum se rompió y el Southampton
desapareció bajo el agua llevandose consigo un desafortunado marinero.
La tormenta duró todo el día, solo amainó a media noche.
La mañana del día 24 rescataron los últimos caballos del Harlequin. La presencia de hombres
desconocidos moviéndose por la isla, atrajo la atención del Capitán Bathurst quien
lo anotó en su cuaderno de bitácora. Era un presagio, pues luego, una gran faluca corsaria descendió por
el río desde Tortosa al anochecer [...], llevando presos al patrón y a tres
marinos del Southampton [...].
Al día siguiente el Fame formó un convoy con
los buques y barcos de transporte restantes para finalmente zarpar con rumbo a
Alicante.
El Invincible se quedó en la zona, pues ya le había sido asignado ese tramo de costa varios años atrás. El
capitán Adams, sobre el puente de su nave, observaba las velas como desaparecían
en el horizonte.
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