jueves, 21 de agosto de 2014

En defensa de Sir John Murray



En el 200 aniversario del asedio de Tarragona de 1813, el Diari de Tarragona público un artículo cuyo título fue;


que llevó por tema el asedio de la ciudad por parte de una fuerza Anglo-Siciliana durante la guerra de la Independencia (3 al 12 de junio 1813)

El texto fue acompañado por otros titulares segundarios tales como;

LOS BRITÁNICOS NO SE ATREVIERON A ATACAR TARRAGONA, DEFENDIDA SÓLO POR 1.500 FRANCESES

Y Ahora hace doscientos años, el intento de reconquistar Tarragona por un ejército aliado acabó en desastre total.

He de admitir que yo también he sido culpable de haber dudado en algún momento de la eficacia del oficial británico a quien se alude en el título, y he considerado el asedio como una operación fallida que pudiera haber tenido otro final más exitoso, sí, en lugar del general Sir John Murray, hubiera mandado otro general más agresivo. 

Es verdad que, en todas las fuentes escritas de la época, son expresadas opiniones mayoritariamente negativas sobre la expedición de este General, siendo tachado una y otra vez de “indeciso”. De hecho, dos de los historiadores más respetados; Napier y Oman, autores de trabajos voluminosos que tratan sobre la Guerra de la Independencia, dejaron muy mal parado a este Teniente General. 


Por consiguiente, es lógico que las fuentes que tenemos a nuestro alcance influyen en nuestra opinión y llegan a parecer indiscutibles, especialmente cuando escasean las materiales con las que podemos contrastar nuestra creencia. Este puede parecer obvio, no obstante, los seres humanos erramos continuamente.

Este verano he tenido la oportunidad de consultar la documentación original, unas 1500 páginas de cartas, informes, diarios y cuadernos de bitácora del asedio de 1813, guardados en  los archivos en el Reino unido. 

Cartas de W Bentinck Coll de Balaguer 1813

Mi sorpresa ha sido descubrir que, la información contenida en dichos documentos, contradice de manera inequivocable la versión que hasta ahora se ha creído sobre Murray.

Al parecer, mucho del malentendido que rodea los sucesos de Tarragona fue inflamado por la prensa sensacionalista de la época, y los historiadores, más atentos a las hazañas más gloriosas que sucedieron en otras partes de la Península, no se molestaron en contrastar la información que publico los periódicos en su momento. Así pues, desde que llegó la denuncia del Almirante Hallowell a manos de la prensa en 1813, hasta nuestros tiempos, han abundado las falsedades, algunas de las cuales son fáciles de ver una vez que las examinamos los hechos de manera objetiva.

Prensa sensacionalista época napoleónica

Lo que propongo aquí es exponer punto por punto las afirmaciones que salen en el artículo publicado en el Diari de Tarragona el día 10 de junio de 2013 (click aquí para PDF), que representan la opinión arraigada aquí y en el Reino Unido sobre Murray y las operaciones de su ejército, para después contrastarlos con la información inédita que he obtenido en los archivos.


Textos del Diari en negro, información de los archivos en azul.



“A pesar de la gran superioridad de las fuerzas aliadas (17.000 hombres y más de 20 piezas de artillería), la expedición fue un estrepitoso fracaso por la ineficacia e incompetencia de sir John Murray…”

Murray levantó el asedio después de nueve días porque, como habían previsto, se acercaba una fuerza superior del enemigo. Es así de simple. No hay fracaso ni ineficacia, sino la obediencia a las instrucciones de Wellington. Murray esperaba hasta el último momento, cuando dos columnas enemigas estaban a un solo día de marcha de Tarragona, antes de comenzar a embarcar sus tropas. De hecho, esto fue parte del plan. El principal objetivo de las operaciones no era la captura de Tarragona, sino buscaban debilitar las fuerzas de Suchet en la Línea del Xucar, en Valencia. La captura de Tarragona fue segundaria.

Instrucciones y objetivos de Wellington 1813

“el teniente general británico bajo cuyo mando estaban las tropas conjuntas, mayoritariamente británicas pero que contaban con fuerzas españolas…”

De las 12,818 soldados de infantería, 990 hombres de la artillería, y 698 de caballería, solo 3910 de la infantería eran británicas, otros 1710 eran alemanes del Kings German Legión (KGL), y el resto; dos regimientos de italianos compuesto de 1,330 hombres, que habían desertado del ejército francés, 980 Sicilianos, 490 Calabreses y 4380 españoles de la división de Whittingham que estaban mal equipados, y un número reducido de portugueses..

Duque de Wellington, como jefe supremo de las tropas aliadas, Que desde su desembarco en Lisboa fue ganando terreno–y también retrocediendo cuando le convino”

Conforme con la acusación del titular del articulo y aplicando el mismo razonamiento tendremos que tildar de cobarde también al Duque de Wellington por haber retrocedido ante el avance del enemigo, pero en la guerra, retirarse ante el avance de una fuerza superior, no es un acto de cobardía sino de inteligencia.

“Tomando parte en la segunda batalla de Castalla en abril de 1813 .Después de este encuentro favorable a los ejércitos aliados, todas las divisiones se concentraron en Alicante y alrededores.”

Murray ganó aquella batalla contra todo pronóstico, pues, sus fuerzas eran inferiores en composición y con el mando disgregado. Colocó la división de Whittingham en el centro, en la posición más fuerte, porque no estaban bien equipados y temía que cederían. Otros comandantes, no tan cobardes, ni siquiera hubieran intentado ofrecer batalla a Suchet. Será el único cobarde de la guerra que derrotó a un Mariscal.


“Murray, de carácter dubitativo y complejo, no estaba muy convencido del éxito de la expedición y para empeorar la situación su relación con todos sus subordinados
era desastrosa y a la larga se reflejaría fielmente en todas las decisiones tomadas en el sitio de la ciudad”.

Esto es lo que dice Napier citando la prensa. Wellington ya avisó a Murray que Suchet vendría a socorrer la guarnición de Tarragona. Por lo tanto ya sabían que no tendrían tiempo suficiente para conquistar la ciudad. De hecho, Suchet salió de Valencia solo tres días después del desembarque de las tropas en Tarragona.



El único oficial del ejército (Hallowell era de la Royal Navy) que se quejaba de Murray fue el segundo al mando, el general Clinton, quien, a pesar de su rango, no fue consultado, ni mantenido al día, por el general durante las operaciones. Este hecho indignó a Clinton y cultivó la animosidad personal. Todos los demás oficiales “del ejército” acudieron al Consejo de Guerra como testigos de la defensa.


“…la expedición desembarcó el día 3 de junio en la playa de Salou, a más de diez kms. de la ciudad. Primer error ya que podía haberlo hecho a poniente de la desembocadura del Francolí, que estaba mucho más cerca de Tarragona y evitar el pesado trasiego de la artillería y demás bagajes”

Según los cuadernos de bitácora, y otros documentos, desembarcaron y re-embarcaron en las dos bahías, la de Tarragona y la de Salou. Hubo días cuando el oleaje solo permitía el uso de una de las playas,  pero debido a su geografía siempre podrían usar una aunque la otra les fue negada.

“Órdenes y contraórdenes un día tras otro, los intentos para asaltar los fuertes eran de poca consistencia– fiel reflejo del mando supremo– y fueron rechazados Uno tras otro por los escasos defensores.”

El único plan de asalto fue previsto para las once de la noche del día 11, pero no se llevó a cabo. Todo lo demás eran maniobras de distracción, escaramuzas o simples bombardeos. Las brechas no estaban suficientemente practicables hasta el día 11. Cal destacar que las baterías solo tardaron 5 días en batir las defensas en la zona del puerto. Comparar esto con el asedio de 1811, cuando los franceses tardaron 3 semanas en abrir sus brechas en el mismo lugar, después de la caída de la Oliva.

“Diversos informes–que no se preocupó de confirmar– llegados a sir John Murray le hicieron creer que tanto de Valencia como de Barcelona se acercaban varias divisiones francesas para socorrer la ciudad.”

Sus informes llegaron del Coronel Manso, uno de los oficiales más hábiles del 1º ejército. Éstos fueron confirmados por el general Whittingham  y por otra fuente de confianza que era una red de espías en Valencia, y cuyos mensajes fueron transportados en barcos rápidos fletados por el cónsul británico en Alicante. Los mensajeros por acuerdo previo, llevaron una moneda marcada con una señal para verificar su autenticidad. También el alcalde de Perelló aportó información sobre las fuerzas francesas. Toda la información recibida por Murray fue verificada posteriormente por Suchet y St Cyr.

General Francisco Copons y Navia

“dejando totalmente abandonadas a su suerte a las fuerzas del General Copons que
tuvo que retroceder hacia Igualada y Manresa.”

El ejército de Copons llevaba una guerra de guerrillas en el territorio, antes y después del asedio. Las instrucciones de Murray fueron claras: evitar el combate y no arriesgar su ejército. Una vez levantado el asedio, Copons acudió a Reus para prestar apoyo a las operaciones de Murray alrededor del Coll de Balaguer. Murray no podía desobedecer sus órdenes y quedarse en Catalunya por mucho más tiempo.

General Francisco de Copons y Navia


“En su inesperada retirada, los aliados dejaron en tierra la mayor parte de su artillería,”

Tenemos aquí el hecho que levantó más ampollas. Fue visto como una desgracia. La oferta del almirante Benjamin Hallowell para sacar los cañones, fue rechazada por Murray. La reacción del jefe de la escuadra fue entonces inédita. Envió una carta pública al almirante Pellew y otra “exprés” directamente a Wellington, sabiendo que la prensa tendría acceso a ella. El escándalo estaría servido. En realidad, los cañones solo constituían 15% de los que tenía el ejército Anglo-Siciliano (17 de 91 cañones). Otros 26 a tierra fueron re-embarcados con las tropas. Los demás seguían en los transportes, pues no habían sido desembarcados. La pérdida de los 17 cañones (más otro ya roto) no debilitó al ejército Anglo-Siciliano. Lo que sí hubiese sido desastroso para los planes de Wellington, hubiese sido la derrota y captura de la fuerza aliada en el campo de Tarragona.



Gracias a la perspectiva que disponemos actualmente sería muy fácil para nosotros tener todas las respuestas y pensar cómo hubiera sido mejor obrar, pero, aunque para ser justos, hemos de formular nuestra opinión sobre los sucesos con la única información que disponía Murray en el momento que decidió reembarcar y abandonar los cañones.



La cuestión sobre si los pudieran haber sacado es debatible.

 “Mientras seguían las operaciones de reembarque, en la misma noche del 11 al 12, Murray se instaló en su camarote del buque insignia ‘Malta’ y se acostó, despreocupándose de todo.”

Vino el almirante Hallowell a las tres a.m. con un mensaje del coronel Prevost, para informar a Murray que una columna francesa ya estaba en el campo de Tarragona después de haber dado la vuelta del Coll de Balaguer. Murray se apresuró para ir de inmediato a la zona para controlar la situación.


“Tres días después sin haber zarpado aún la flota, intentó desembarcar parte de las tropas de nuevo, pero tanto el almirante Hallowell como los demás mandos se negaron. Parte de la caballería –que no había llegado totalmente a embarcar– había partido por el camino real de Valencia para apoyar la retirada de las fuerzas que ocupaban el castillo de San Felipe de Balaguer ante una posible llegada de fuerzas francesas procedentes de Valencia.”

Nadie se negó a desembarcar tropas en el Coll de Balaguer. Desembarcaron varios batallones que incluso intentaron interceptar  la columna francesa detrás del Coll de Balaguer. 

“El día 19, todos juntos partían ya de regreso hacia Alicante, sin haber conseguido su objetivo”

El principal objetivo había sido logrado. Habían conseguido debilitar las fuerzas de Suchet en la Línea del rio Xucar, y el plan de Wellington, que no dependía de la captura de Tarragona, permitió que los ejércitos 2º y 3º españoles pudieran encontrar menos resistencia durante su avance, el qual tenía que coincidir con las maniobras de Murray en la retaguardia del enemigo. 

“Lord Bentinck escribió seguidamente al Jefe Supremo de los ejércitos peninsulares, el duque de Wellington, detallándole las nefastas decisiones y vacilaciones de Murray en el fallido sitio de Tarragona.”

Las cartas de Bentinck a Wellington, escritas desde el Coll de Balaguer los días 19 y 20 de junio, solo detallan los siguientes pasos que pensaba hacer.  El vocubulario antes citado es de una carta de Hallowell, la que acabó por causar el Consejo de Guerra contra Murray después de encontrar eco en la prensa. Hallowell precipitó su versión, ignorando el contexto causante de las decisiones de Murray. 




Durante el Consejo de Guerra el almirante presentó su evidencia de una manera tan débil e irregular que Murray no tuvo dificultades en desestimarla. Murray presento los informes y el caso de Hallowell se desmoronó.

“Cabe preguntarse que podría haber ocurrido de haber entrado tras fuerte lucha en la ciudad las fuerzas aliadas. Su actuación en los asaltos y conquistas de Badajoz, Ciudad Rodrigo y posteriormente, San Sebastián, acabaron con incendios, saqueos, robos, violaciones, asesinatos y un sinfín de tropelías de los que fue víctima la población civil. Todo ello bajo la euforia de la tropa –de nuestros llamados aliados– que previamente había vaciado las numerosas bodegas. Un cuadro dantesco del que, afortunadamente, se salvó indirectamente nuestra ciudad.”

Es muy probable que los 200 civiles que permanecían en la ciudad en ese momento, hubiesen corrido la misma suerte que cuando entraron los franceses en junio 1811. Es probable que los hubieran considerado como afrancesados (colaboradores).

Existe un documento llamado Manifiesto del ayuntamiento constitucional de Donostia (7 enero 1814) que culpa al general Castaños de las atrocidades en San Sebastián. Existe otro documento que hace mención de una orden para matar a civiles (vendido en Sotherby's). Los prisioneros británicos custodiados dentro de San Sebastián, peleaban con sus compatriotas para defender a civiles durante el saqueo de aquella ciudad. Es espantoso saber que las normas de la guerra en aquella época dictaban que, si una ciudad no se rendía, las tropas atacantes tenían “vía libre” a su saqueo.
 

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