En
2015 en respuesta a una petición del CASC (centro de arqueología subacuática de
Cataluña) en la cual me solicitaban ayuda para localizar documentos en
los archivos británicos que les ayudaran a resolver los nombres de los
barcos de transporte hundidos en DELTEBRE (ver Deltebtre I), emprendí una
búsqueda exhaustiva en el National Archive de Kew en Londres.
AL no encontrar nada sustantivo a partir de la búsqueda digital
que realice en dicho archivo, decidí pedir los antiguos y
polvorientos volúmenes originales que la Armada Real usaba hace 200 años para
localizar su correspondencia interna. Para mi sorpresa pronto salieron a
la luz dos carpetas “olvidadas” de correspondencia de los
Capitanes de buques de guerra ingleses que patrullaban en el mediterráneo
durante la guerra de la Independencia, en total alrededor de unas dos mil
hojas, muchas del as cuales con referencias a acciones en la costa
catalana.
Entre
las cartas había una que me atrajo la atención inmediatamente porque desvelaba
el lugar preciso del hundimiento de una cañonera que hasta ahora no ha sido
descubierta. Lo que sigue a continuación es la dramática historia de aquel
barco.
En agosto de 1813, el ejército francés se hallaba en
retirada de la península. La victoria de Wellington en la batalla de Vitoria
sobre el rey José Napoleón, no dejaba lugar a dudas sobre el fin de una
ocupación que había persistido a lo largo de cinco años hasta dejar devastado
el territorio y su gente.
No obstante, en la costa este de España y donde los aliados
eran menos fuertes, la retirada de los franceses resultó ser un asunto más
costoso y arriesgado.
Le maréchal Suchet Catalonia |
El mariscal francés, Louis Gabriel Suchet, había abandonado
su feudo valenciano a desgana y se hallaba de camino hacia el norte,
atravesando Cataluña con sus divisiones de combate todavía intactas. A una
distancia prudente, le seguían dos ejércitos aliados: un cuerpo del ejército
español comandado por el Duque del Parque y otro, el anglo-siciliano, bajo el
mando de Lord William Bentinck,. Ambas fuerzas contaban con el apoyo de una
flota de la Armada Real Británica comandada por el Almirante Benjamin Hallowell.
A lo largo de la retirada, el comandante francés iba
dejando guarniciones en varias ciudades fortificadas, entre ellas, Sagunto y
Tortosa, con el fin de ralentizar el progreso de las tropas aliadas que le
seguían. Los aliados, por su parte, dejaron cerca de las dos plazas, pequeñas
fuerzas de bloqueo con el propósito de vigilar la retaguardia.
Con el fin de facilitar el avance español en Cataluña, se
establecieron puntos de cruce en el río Ebro. Las tropas que lo cruzaron se
unieron más tarde a las fuerzas de Bentinck, las cuales, ya habían desembarcado
en el campo de Tarragona.
Ponton de otra guerra |
Una vez que el grueso del ejército español hubo cruzado el
rio, Bowie y sus hombres junto con los marineros españoles, pudieron descansar
a la espera de una división española que se había retrasado. Al terminar de
transportar las últimas reses del Duque del Parque en la tarde del día cuatro de
agosto, dieron por acabadas las tareas del día. La división del general Pedro
Sarsfield no se esperaba hasta el día siguiente, con lo cual, reinaba la
calma.
Sin embargo, a Bowie le preocupaba la idea de que tropas
enemigas de la guarnición de Tortosa llegaran hasta el cruce, ya que se
encontraban solo a nueve millas rio arriba. Expresó su inquietud en
conversaciones con varios oficiales de la división del general Villacampa,
quienes le aseguraron que aquella guarnición no suponía ninguna amenaza, pues
ellos mismos pertenecían a una fuerza de cinco mil hombres que se hallaba
acampada en los alrededores de Amposta.
No obstante, en contra de lo previsto, esa misma noche
dicha fuerza levantó campamento, abandonando la posición para patrullar rio
arriba sin que nadie pensara en informar, dejando desprotegidos los botes y
pontones en Amposta aquella mañana del día cinco.
Al despuntar el alba, Bowie y sus hombres ya estaban
ocupados en las tareas de su buque. Eran las cinco y media de la mañana cuando
les alertó un alboroto que provenía del pueblo. Algo estaba sucediendo…
Bowie:
“Me informaron que había tropas que se aproximaban al pueblo desde todos los
caminos. Pensé que se trataba de los hombres del general Sarsfield y me preparé
para ello. A continuación me avisaron que aquellos soldados se dirigían
corriendo principalmente por la carretera de Tortosa”.
Sin saber todavía qué ocurría ni tampoco la identidad de
quienes se acercaban, los acontecimientos empezaron a tomar un cariz alarmante
y dramático:
“…
la gente del pueblo corría en todas direcciones, alertando que las tropas eran
francesas, pero había personas que me dijeron que eran españolas…”.
Siendo la precaución una buena aliada del valor, el
teniente consideró prudente alejar su barco del lado del rio ya que encontraba solo diez yardas de la orilla.
Lo que sucedió a continuación, llegó por sorpresa mientras los hombres se
ocupaban en preparar el barco:
Para entonces la situación se encontraba fuera de control,
miles de soldados franceses invadían el pueblo sin que nadie les opusiera
resistencia, y por si fuera poco, la anchura del rio no permitía a Bowie alejar
lo suficiente la cañonera de la orilla, ya que un banco de arena lo
obstaculizaba.
Bowie escribía:
“el
enemigo mantuvo un fuego nutrido sobre la cubierta del barco. Intentamos girar
el cañón hacia ellos, pero uno de los marineros que lo manejaba cayó muerto y
otros tres fueron heridos. También cayeron todos los hombres subidos a las
jarcias. Fue imposible seguir al lado del cañón bajo un fuego tan fuerte…
El teniente tampoco pudo dejar que la corriente llevara el
buque río abajo, ya que esto hubiera supuesto pasar entre doce y quince yardas
de la orilla, quedando el buque expuesto a las descargas de fusil. Así de
estrecho era el paso.
Con cada minuto que transcurría, la situación se hacía más
desesperada. Se podía apreciar el humo que las descargas de fusilería dejaban
en cada detonación en el instante previo a que impactase el plomo contra las
maderas del barco.
Bowie contaba: “Después de ver caer muertos dos hombres más y otro herido, vi que no
había esperanza de salvar el barco y a su gente si seguían en cubierta; por lo
tanto, les permití saltar al agua para llegar a la otra orilla a nado, lo cual
hicieron algunos hombres…”
Pero no todos los marineros pudieron escapar de igual
manera de las balas que barrían la cubierta, pues algunos estaban heridos y sin
fuerzas suficientes para jugarse la piel a nado contra el corriente del rio.
Así pues, el resto de los hombres decidieron buscar refugio colgándose de las
cuerdas del bauprés, quedando así protegidos por el casco del barco.
En medio del caos, Bowie, quién mantuvo la
cabeza fría en todo momento, decidió priorizar la seguridad de sus hombres: “Les dije que siguieran donde se encontraban
y que acercaría el bote pequeño desde la popa hasta ellos. A pesar del nutrido
fuego que mantenía el enemigo, logré arrastrar la barcaza hasta la proa sin
producir más daño a nadie, salvo una herida ligera que recibí en mi rodilla…”.
Aun viendo que no había escapatoria, el siguiente
pensamiento del teniente de la marina fue la de asegurar que su cañonera no
cayera en manos del enemigo. Con actitud decidida dejó a los hombres heridos en
el bote, y junto con el carpintero de la tripulación, bajó presto a su cabina,
donde abrieron un agujero en el casco con el fin de hundir el barco. Después,
subió de nuevo a cubierta con el sable desenvainado y procedió a cortar un cable que servía para tirar los
pontones. El buque se detuvo de golpe a causa de un banco de arena .
Mientras los hombres se alejaban en la barcaza, Bowie saltó
al agua llegando a nado a la otra orilla mientras las balas le rozaban su
chaqueta. Una vez reagrupados, el pequeño grupo de hombres, algunos de los
cuales se hallaban heridos, no veía claro sus posibilidades de escapar.
Bowie: “los
soldados enemigos subidos en varios botes ya venían detrás de nosotros e
incluso tenían subidos unos caballos en un pontón. Sin embargo, como ya se
había cortado el cable, no pudieron cruzar el rio de manera rápida. Esto nos
dio un margen de tiempo”.
Sorprende la templanza que mostró el teniente Bowie
teniendo en cuenta la rapidez con la que se desarrollaban los acontecimientos.
Su relato continúa:
“las
tropas francesas llegaron a la orilla izquierda y nos persiguieron, pero había
obtenido un carro para los hombres heridos y pudimos así alejarnos de la
infantería. Deduje que los pontones que transportaban la caballería se habían
quedado inmovilizados en medio del río, pues no nos persiguieron a caballo”.
Sin duda alguna, si la caballería enemiga hubiese llegado a
la otra orilla, Bowie y sus hombres hubieran sido hechos prisioneros. Pero
ahora, alejados ya del enemigo, la prioridad era la de llevar lo antes posible
a los heridos para que los atendiera un cirujano. Así fue como el grupo se
apresuró a lo largo de la carretera de la costa.
Alrededor de las nueve de la mañana escucharon una
explosión:
“el
enemigo al no poder reflotar la cañonera, la voló…”
El grupo de marineros tenían por delante un agotador viaje
de cincuenta kilómetros hasta el fondeadero de los buques de la escuadra
británica, en el Coll de Balaguer. Cada bache en el camino suponía una tortura
para aquellos hombres que languidecían heridos en los carros.
Bowie:
“Hice todos los esfuerzos posibles y tan rápido como pude para llevar a los
hombres heridos hasta un cirujano. Apoderándome por el camino de carros y
mulas, me fue posible llegar aquella noche con toda la tripulación que quedaba
en Hospitalet de l’Infant, donde les subí abordo de un buque de transporte. A
media noche los heridos fueron trasladados al Buque HMS Invincible (74), en la
bahía de Salou”.
Cuaderno de bitácora del HMS Invincible. “Vino a bordo el teniente Bowie con dos hombres heridos…pérdida de cuatro hombres, cañonera y pontones voladas por el enemigo.” |
Finalmente, el teniente Bowie fue llevado al buque insignia HMS Malta
(80) que fondeaba en la bahía de Tarragona, donde, transcurridos dos días y a
petición del almirante Benjamín Hallowell, fue requerido a escribir un informe
de cinco páginas donde aclarara las circunstancias bajo las cuales había
llegado a perder un barco de Su Majestad. Además, por ello, tendría que
comparecer delante de un consejo de guerra.
El último parágrafo de su informe dice lo siguiente:
“No
puedo dejar de mencionar el trato que recibieron los pobres e indefensos
habitantes de Amposta a manos de las tropas francesas. Algunas personas
intentaban huir en barcos por el rio, y otras que se vieron perseguidas
demasiado de cerca, se quedaron inmóviles en el margen del rio sin persistir en
sus esfuerzos para escapar. Las tropas descargaban sus armas sin distinción
sobre hombres, mujeres y niños, cuyos gritos eran espantosos”.
Sobre el consejo de guerra a
Bowie llevado a cabo con motivo de la pérdida del buque, cabe mencionar el
hecho de que fue absuelto, y que el presidente del tribunal, al devolver al
teniente su espada, elogiaba su gallardía y su proceder con templanza.
*
Conclusión del autor
Según el informe de Bowie, el barco se encontraba entre doce y quince metros de
la orilla, retenido por el cable de los pontones, no lejos de donde antes había
la casa del transbordador. Al cortar el cable, el barco habría virado,
alejándose hasta que su
ancla lo frenara, o bien, hasta que se hubiera detenido a causa del banco de
arena. Es cuestionable la versión que relata Bowie sobre los franceses que
volaron el barco, ya que la explosión hubiera sucedido unas cuatro horas desde
el comienzo del ataque y para entonces, Bowie y sus hombres ya se encontrarían
demasiado lejos para observar lo que ocurrió.
Otro asunto es que no es probable que los
franceses hubieran tenido tiempo ni medios para rescatar y llevarse los 2/3
cañones de a bordo.
Algunas preguntas que surgen, son:
¿Los cañones pudieron haber sido
rescatados en una fecha más tardía?
¿Los dragados del rio hubieran podido
dañar el barco?
Fuente principal:
National Archive, Kew, London
Informe
de cinco páginas escrito por el teniente John Bowie al almirante Benjamin
Hallowell, el 8 de agosto 1813, a bordo el buque de guerra HMS Malta en la
bahía de Tarragona.
Cuaderno de bitácora del HMS Invincible
Información técnica
Commisioner Hamilton Gunboat (1r
Serie 1808)
Dimensions
|
|||
Dimension
|
Measurement
|
||
Length of
Gundeck
|
50' 7"
|
Imperial Feet
|
|
Length of Keel
|
44 53⁄94
|
Tons BM
|
|
Breadth
|
14' 2 ½"
|
Imperial Feet
|
|
Depth in Hold
|
5' 4 ½"
|
Imperial Feet
|
|
Burthen
Armament
|
41' 6"
|
Tons BM
|
|
1808
|
Broadside Weight = 27 Imperial Pound (
12.2445kg)
|
||
Bow Chaser
|
2
|
British
18-Pounder
|
|
Pivot Mount
|
1
|
British
18-Pound
|
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